PRÁCTICA 4 (OPTATIVA)
El día comenzó gris, duro, lluvioso. Descripción climatológica de la tristeza para los que somos mediterráneos. Durante estos días, me acuerdo de cuando era pequeño y me hacía el remolón para no ir al cole. Es así: en Alicante los días de lluvia era la excusa perfecta para no ir a clase. Debo admitir que el clima junto al poder magnético de la cama adormecieron mis impulsos por unos segundos. Pero resistí. Me impuse por ir a la Trobada de Teatre Jove. Y no me arrepiento. Fue un lujo. Disfrute con las actuaciones y me sentí reconfortado por añadir mi granito de arena a que esta fiesta del drama se celebrase.
Me sorprendió la sala. Muy bien aprovechada. Eso sí, las gradas me daban miedo; no parecían firmes y en una de esas que me apoyé a la barandilla precipitó lo suficiente para que me dijese a mí mismo "la que he liao". Por cierto, ánimos para la profesora que casi se convierte en protagonista sin estar en escena porque ni midió bien el escalón que lleva a los asientos. Lo siento por las bromas. Todo esto es para comentar la puesta en escena. Me sentí un privilegiado por formar parte de un público que estaba tan cercano al escenario. Y la bancada en alto, un acierto. Qué gusto sentirse tan cerca de los actores y la trama. La pared rota solamente con la disposición, sin florituras. Teatro eficiente; no se necesita más. Eso es el teatro, que no se nos olvide.
La primera actuación fue magnífica. Bullying. Soledad. Incomunicación. Pero sobre todo, la obra fue eminentemente poética; bien encarrilado, puesto que pretendían reflejar el mundo interior de una estudiante que sufría acoso escolar. Hubo más simbolismo y metáforas humanas que de acción, pero genialmente compensando con cantos, bailes, movimiento corporal que recreaban un mundo perturbado y afligido. Hicieron gala de todo un repertorio de recursos artísticos; una amalgama de ideas que en el teatro cobran sentido. Mientras lo veía, pensé: "esto no lo vemos en el cine". Amo el cine pero que goce pensar en lo genuino que tiene el teatro; en lo que le diferencia. Porque un concierto tiene cabida en el escenario, como un baile, como cuerpos metaforizando en estado puro; deben cantar, bailar, moverse en directo y de verdad. Y sin duda, la imaginación en este tipo de actuaciones toma la relevancia que merece: insertándonos en el mundo interior de la víctima y observando como los actores se mueven viscosos en ese mundo onírico y vago. El final me encantó. Después de la tensión creciente, la rebajaron con humor. Para mí, las actuaciones más sobresalientes fueron ellas: las payasas psicólogas. Incluso lograron hacer más palpable ese mundo interior. También es cierto que no entendí del todo la terapia y que algunas actuaciones me resultaron largas. Pero, sin duda, me quedo con que esta obra dio muestra de lo que es el teatro. Es más, de lo que diferencia al teatro de otras artes.
La segunda obra duró solo 20 minutos. Era un adelanto. Era divertida y actuaban con entusiasmo. Lástima que no creo que diesen con la fórmula. Utilizaban como argumento la COVID-19: una pandemia, una amenaza común que bien puede casar con una historia de superhéroes, y todavía más si cabe con lo cómico creciente al rededor de estas. Sin embargo, creo que a partir de ahí todo empieza a desbaratarse. Salvo un actor, lo demás eran actrices. El héroe podría haber sido superheroína. El científico loco, científica. Los ladrones, ladronas. Y el único personaje femenino no hacía falta que fuese superficial y expuesta como trofeo. Todo esto para seguir el arcaico argumento de héroe conquistando a dama. Por otra parte, la estereotipación de los chinos solo es el colofón a una serie de topicazos que no tienen cabida hoy por hoy. El teatro está siempre a la vanguardia; se actualiza más rápido y con mayor flexibilidad que el cine. La sociedad exige al teatro. Las irrupciones sociales gritan al arte CAMBIO. A todos los escritores, dramaturgos, cineastas: hasta hemos presenciado un Thor depresivo y obeso. No pasa nada, lo queremos todavía más. Los nuevos tiempos marcan el camino del arte.
También quiero hablar de mis compañeras. Con la maldita pandemia ya se me había olvidado ir juntos a actividades culturales y compartir la pasión que nos une por el arte. Y terminar con una buena conversación. Qué gozada. El teatro es precioso. Siempre teatro. Arte compartido y vivido en comunidad. El teatro tiene una ventaja especial: no importa el nivel de los actores ni los recursos; disfrutamos con lo que tengan para ofrecernos.
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